¿Quién no se pregunta por qué tengo que vivir siempre esta experiencia de dolor, de desprecio, de rechazo?
El corazón duele, gime, nos acongoja, nos dobla, nos sentimos sin fuerza, la angustia paraliza el sentido de la vida.
En esos momentos tienes que discernir, pensar, buscar el porqué repites el mismo camino.
¿Qué es lo que no aprendes?
Si te relacionas con personas demandantes es porque las buscas constantemente. Si tienes amigos que te demandan, te exigen, te lastiman, te reclaman. En realidad es porque no has logrado descubrir qué te quieren decir. Ellas cumplen la misión de martillo en corazones cerrados. De esta forma, golpeándote, te ayudan a abrirte a la generosidad, a descubrir una dimensión en ti.
Lo que te están diciendo es que puede que seas una persona cerrada, exigente, autoritaria, que estás muy atenta a tus necesidades y no te preocupas por lo que sienten las personas. Te crees generosa porque regalas obsequios materiales, pero no has aprendido a dar un abrazo, a sentarte y escuchar en silencio al que está a tu lado, a mirar el dolor en los ojos de los demás.
Es posible que tengas que aprender a escuchar a los que tienes al lado, a ver sus necesidades, sus dolores, sus limitaciones, a consolarlos, alentarlos, darles un abrazo, a dejar que la bondad se manifesté en ti, ser cordial.
Cada desafío emocional que se te presenta es para aprender lo que no sabes, y lo que decides es la forma de aprender. Es tu decisión: o lo haces por comprensión, o lo haces a través del camino del dolor, repitiendo las mismas situaciones.
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Gracias María, ; todos estamos llenos de dolores, y a veces de dolores absurdos, que cargamos en la vida sin ni siquiera reconocer que existen.
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